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¿Quién elige a quién?

  

En una democracia ideal, el electorado es el actor principal. Con su voto, la ciudadanía define el rumbo del gobierno, elige a sus representantes y establece un vínculo directo entre su voz y las decisiones políticas que afectan su vida cotidiana. No obstante, en Puerto Rico este principio democrático ha sido distorsionado por la manipulación electoral del PNP y PPD. Hoy, la capacidad de elegir ha sido usurpada por los partidos políticos, que son quienes diseñan el proceso de votación a su antojo, creando barreras que limitan la participación de quienes no se alinean con sus intereses.

En nuestra Isla, el elector y la electora no es quien elige al candidato. Ahora, es el partido (PNP) quien decide a qué electores les permitirá acceder al proceso electoral y a cuáles impondrá obstáculos insuperables. Para ella utiliza una serie de tácticas que son demasiado evidentes. ¿Cuáles? Manipulación de las reglas electorales y la imposición de barreras onerosas. La pregunta obligada es la siguiente: ¿cómo es posible que en pleno siglo XXI se continúe utilizando métodos tan arcaicos y abusivos para restringir el derecho al voto?

El reciente proceso de inscripción electoral es un claro ejemplo de este abuso. Pero, atención, esto no es un accidente ni mucho menos desinterés, sino el resultado directo de las barreras impuestas por el PNP y el PPD. El cierre de más de 55 Juntas de Inscripción Permanente, la demora de más de un año para implementar la inscripción electrónica, la complejidad del sistema y la falta de una campaña educativa durante todo el cuatrienio demuestran contundentemente el intento deliberado de interrumpir el proceso electoral.

 

La manipulación también se manifiesta en el voto adelantado, donde el PNP y el PPD diseñan sus estrategias para decidir quiénes pueden votar bajo esta modalidad. Facilitan el voto en centros de cuido de adultos mayores, pero sólo a aquellos electores que declaran su apoyo a sus partidos, mientras que otros enfrentan obstáculos significativos y muchos quedan excluidos del ejercicio de su derecho al voto. ¿Dónde queda el derecho al acceso igualitario al voto? ¿Dónde queda el voto secreto? ¿Dónde está la Comisión Estatal de Elecciones cuyo deber en ley es proteger y garantizar el acceso a quienes más lo necesitan? La inacción de quienes mandan en la CEE (PNP) perpetúa la desigualdad y facilita la manipulación del proceso electoral. 

Este no es un fenómeno nuevo. Lo que debía ser un ejercicio cívico de participación colectiva se transformó en una lucha por el control del voto. Hoy, más que nunca, es urgente preguntarnos: ¿quién está realmente eligiendo a quién? 

El derecho al voto es el pilar fundamental de cualquier democracia, pero en Puerto Rico ha sido secuestrado por los intereses de unos pocos. Ya no basta con acudir a las urnas; ahora debemos superar un sistema diseñado para desalentarnos, para agotarnos y para hacernos sentir que nuestro voto no cuenta. Este es el engaño del bipartidismo: hacernos creer que no tenemos oportunidad real de cambio, cuando en realidad temen a nuestra participación.

Es necesario luchar por la transparencia, exigir reformas electorales que eliminen las barreras y, sobre todo, educar a la ciudadanía sobre la importancia de participar. No podemos permitir que quienes han manipulado el sistema sigan decidiendo quién tiene derecho a votar. El poder debe regresar al electorado, porque sólo así podremos restaurar la verdadera esencia de nuestra democracia.